carta 13: morí sin morir

En este país siempre igual, es el mismo partido que lo pasan cuarenta mil veces en diferido. Ya lo dijo Maradona. ¿Será que estamos demorados en una banquina entre lo que pudimos ser y las cosas que nunca serán? Soñando con jardines que jamás despiertos encontraremos. Si desde la Campaña del Desierto ya venimos mal. Y si hubo árbitros, se quedaron sin tarjetas. Y si hubo arrepentidos, nunca se disculparon en voz alta. Un país entero, desarma y sangra. Entre cortes, más recortes y alguna que otra quebrada, te van limando la esperanza. Necesito confiar en un mañana, aunque se embandere de negro el firmamento. Saber que puedo dar un paso sin que el suelo se desplome por delante. Sin ese miedo de que hay alguien acechándome la espalda. ¿Por qué ellos tienen una Unión Europea y nosotros seguimos peleados dentro del mismo barrio? Imagináte cómo sería una cancha de paz. Jugando con la emoción de dar lo mejor y divertirse. Quiero todos los colores. Una conversación sin limosnas de odio, sin vencedores ni vencidos. No quiero que me condenen a ser sólo espectadora. Tampoco estar siempre luchando en contra. La lucha no trajo lo que prometía. No importa si hay hilachas, espinas, grietas o escombros entre nosotros, mientras no haya nunca una pared. ¿Y si fuera el amor el que cura las heridas? Si tus sueños se desmoronaron como los míos ¿por qué no soñar juntos uno más grande? Uno que nadie pueda quebrar. Y no me contento sólo con soñarlo.Persigo realidad. Hacer algo útil. Construir algo hermoso. Sentir dignidad. Quiero un potrero para esa esperanza. Mirá que incluso en la oscuridad se puede seguir jugando… Al Cebollita no le importaba lo oscura que pareciera la noche ni que su Villa Fiorito no tuviera nunca electricidad, él igual la seguía con sus cabeceadas y picaditos. No necesitaba ver la pelota, la sentía. Quisiera esa maestría para la vida, esa entrega. ¿Viste con que seguridad salía a la cancha? Parecía no tenerle miedo. No era cuestión de suerte. Era su confianza total, su convicción. Juego, piernas, voluntad y amor. Si la bronca fue su combustible, pudo subirla al corazón para pelar coraje. Y en la carrera, el viento infló su camiseta hasta sacarle alas. Cuando la cosa se ponga fulera, cuando nos corten las piernas, no abandones el juego. Que el temor no nos paralice. Si nuestro peor enemigo, somos nosotros mismos. Como hizo Diego en aquel segundo gol, vos mantené siemprela mirada en el arco… y esquivá patadas.

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