Tu solución burocrática para camuflarte no va a funcionar. Todo lo contrario, resalta lo imposible de una identidad fácil: tu flamante pasaporte de la Unión Europea, no coincide con el país de Europa donde aterrizaste, el país no concuerda con tu apellido de origen europeo, tu apellido no se corresponde con tu idioma de herencia europea. Por esta complicada raíz cuadrada, tu doble nacionalidad te hace cuatro veces extranjero. Y encima, será siempre argentino tu único denominador común. Pero no te importa porque estás fascinada. Acá está tan bien organizado todo, tan limpito, tan puntual. Se los ve super relajados ¡si hasta podés cruzar la calle sin mirar! No hay veredas rotas, los autos son nuevos, reciclan, no van al psicólogo, hacen planes. Es más barato comprar de nuevo que arreglar nada y tienen un seguro para cada cosa. No practican el trueque ni el pluriempleo, tampoco se labura “de onda”. Ni trabajan “en lo suyo” para “realizarse”. Son prácticos y materialistas, sin pudores. Eso sí, vas a necesitar un ajuste lingüístico masivo. Empezá por quitar ese “Yo” “Yo” “Yo” al comienzo de todas tus frases. Y entrená duro para que tus respuestas no se queden siempre tildadas en un interminable “Esteeeee”… (seguido de “yo”). Ahorráte los detalles, las descripciones largas, metáforas y bromas: no interesan o no se entienden. Depilá los superlativos y diminutivos. Ni “favorcitos” ni Troesma. Pronto vas a descubrir que se puede hablar sin adjetivos, sin gesticular ni mover las manos. No desgastes tu imaginación, a las personas y a las cosas las llaman por su nombre y es suficiente. Nadie es “re groso”. Desde ahora, estás afiliado al partido “literal”. Y no te disculpes a cada rato. Ni repitas como loro “muchas gracias” o “por favor”. Con decirlo sólo una vez, es demasiado. Y no hables más muchacha corazón de tiza. Resistí esa poderosa tentación de querer contar tu vida. Acá no pierden tiempo con sanatas. Y tan rápido como la fascinación inicial, así te vienen las primeras decepciones. ¡Esto está lleno de argentinos! No te puedo creer: ¿también hay cola en el correo y en el banco y se corta la luz? Uy, me quedé sin internet. ¿Dónde miércoles se consiguen bombillas para el mate? ¿No venden chinchulines? La tele me aburre: hablan uno por uno y sin gritar; estoy re podrida de las propagandas de coches y perfumes caros. Te juro, no inventamos el afano: es la tercera vez que me chorean la bicicleta. Y después, llegará el momento de la inevitable comparación. Che: no festejan el día del amigo… ¿Viste que no se tocan tanto? ¿Acá no se juntan en las casas? No tienen canciones de protesta ¿Por qué los termos no vienen con piquito vertedor? Los impuestos te matan y por todo te multan. El registro de conducir te sale una fortuna; y la universidad ¡carísima! No es como los diarios desde allá. Sos hincha de Argentina cuando salís de Argentina. Pero tu melancolía no será bienvenida. No la comprenden. Te vas a sentir especial. Y eso no gusta. Entonces te volvés más versátil en ningún acento. Ciudadano del mundo y de ninguna parte. El europeo universal. Gallego polaco tano indio villero clasista. Todo y nada. Y poco a poco vas rejuntando muebles que otros tiran, para llevarlos a tu cuartito azul. Pero por más que la busques, tu yerba favorita jamás será esa que se vende en la estantería de tu primer mundo recién descubierto. Solo se trata de vivir, esa es la historia. Estás en modo Presente como Vox Dei: vivís sólo hoy, vivís al día, casi. Fuiste vos que lo dejaste todo por esta soledad… Más sola que Kung Fu o que el Diego en Cuba, muero todos los domingos… y los lunes… los lunes ya me siento bien…Y no insistas otra vez en explicarlo, que allá es invierno cuando acá es… ¡olvídate!